lunes, 6 de febrero de 2017

Plantas criptógamas de Ledesma (II)

Continuamos con esta pequeñísima muestra de las plantas criptógamas que habitan Ledesma. En esta entrada me centraré en los briófitos (musgos y hepáticas) y en los pteridófitos (helechos), aunque también comentaré algo sobre hongos.

Rincón húmedo al norte de Ledesma, favorable para el desarrollo de briófitos y pteridófitos.

Criptógamas de varias clases creciendo sobre una pared húmeda.


BRIÓFITOS: Los briófitos son plantas terrestres poiquilohidras (dependen del agua puesto que no son capaces de regular su balance hídrico) y por tanto no vasculares, al carecer de vasos internos que conduzcan el agua, los minerales y los nutrientes a través de toda la planta. 
En los briófitos ocurre el fenómeno de la reviviscencia: durante periodos de sequía prolongada, detienen su metabolismo, y permanecen en estado de latencia hasta que las condiciones ambientales vuelven a ser óptimas para ellos. De esta manera, muchas especies pueden soportar los calurosos veranos de Ledesma sin morir en el intento.

Los briófitos se clasifican en dos grupos: musgos y hepáticas. Estas últimas, acusan mucho más la falta de agua y es por esto que dependen en mayor medida de unas condiciones de humedad más o menos constantes. He encontrado dos especies pertenecientes a esta agrupación:


Lunularia cruciata. Enero de 2017.

Lunularia cruciata (al fondo de la imagen).

Lcruciata es una hepática común en el norte de la Península, donde aparece frecuentemente sobre todo tipo de taludes húmedos, pero no aquí: el clima seco de Ledesma le obliga a permanecer asociada al borde de los arroyos, los únicos puntos que mantienen humedad en todas las épocas.

De ella resultan característicos los conceptáculos (cavidad donde se alojan los propágulos, estructuras para la reproducción) en forma de luna, que dan nombre al género. 


Preissia quadrata. Febrero de 2017.

Preissia quadrata. Febrero de 2017.

P. quadrata es una hepática típica de suelos calizos, aunque también crece sobre rocas silíceas, como en este caso. Se trata de la única especie del género Preissia.


Musgos o Bryophyta sensu stricto: Como ya dije antes, los musgos o briófitos en sentido estricto están mejor adaptados a la sequía que las hepáticas, y por tanto su diversidad en Ledesma es mucho mayor. Aquí presento solo a unos pocos:


Grimmia pulvinata junto a Sedum sp. (fanerógama crasulácea)Febrero de 2017.




Tortula muralis. Febrero de 2017.



Didymodon vinealis.



Polytrichum juniperinum.

Esta especie se caracteriza por el margen involuto (= bordes enrollados sobre la cara superior) que presentan sus filidios (apéndices aplanados típicos de los musgos, análogos a las hojas).

Detalle del margen involuto de los filidios.


PTERIDÓFITOS: Los pteridófitos o helechos son plantas vasculares sin semillas. El hecho de poseer haces vasculares permite a estos organismos desarrollar una vida independiente del medio acuático en la tierra.

He dado con siete especies entre el mes de enero y los primeros días de febrero. Son las que presento a continuación:

Polypodium cambricum. Enero de 2017.

Detalle de los soros.

En el envés de las pínnulas, el helecho desarrolla unas estructuras, los soros, que contienen los esporangios, estructuras encargadas de generar las esporas. Cuando estas esporas han finalizado su desarrollo, se desprenden del helecho y se dispersan; cuando consiguen asentarse en un lugar favorable, germinan, dando lugar a un nuevo individuo.

Polypodium cambricum. Enero de 2017.

Aunque no con seguridad plena, es más que probable que el helecho de las imágenes superiores se corresponda con P. cambricum, a jugar por su morfología (anchura máxima de la fronde hacia la base, lo que le confiere una apariencia triangular). Para una identificación 100% segura, convendría observar los soros en estado inmaduro con una lupa o microscopio.


Polypodium sp. Febrero de 2017.

Posiblemente P. interjectum o P. vulgare, pero a falta de observar los soros en detalle, lo dejaremos como Polypodium sp.


Asplenium trichomanes en su ambiente. Febrero de 2017.


Asplenium trichomanes ssp. trichomanes. Febrero de 2017.

Asplenium trichomanes ssp. trichomanes. Enero de 2017.

Asplenium trichomanes ssp. trichomanes. Enero de 2017.

Detalle de los soros en formación.

El Atrichomanes probablemente sea uno de los helechos más fácil de identificar, por la forma característica de las frondes (largas y estrechas) y el color carmesí del raquis. Sus soros son alargados, como se puede apreciar en la imagen superior.  
Es una especie capaz de soportar temperaturas extremas, y por ello prospera en Ledesma. He dado con esta especie en tres puntos del término municipal, siempre cerca de arroyos, donde la humedad alcanza sus mayores niveles.





Detalle de la posición de los soros.

Detalle de los indusios (señalados con flechas rojas).

Los indusios son estructuras protectoras de los soros que presentan ciertos helechos. En algunos casos pueden ser útiles a la hora de identificar especies.

Asplenium obovatum ssp. billotii. Enero de 2017.

Posiblemente A. obovatum billotii sea el helecho más frecuente de Ledesma. No es tan dependiente de la humedad de los arroyos como los anteriores, y prospera fácilmente en las sombras que proporcionan los grandes bloques de granito que se distribuyen por todo el término municipal.


Asplenium ceterach. Enero de 2017.


Detalle del envés de la fronde.

Conocido vulgarmente como "doradilla" por el color del envés de las frondes, el A. cetterach es un helecho bien adaptado a la sequía. Muestra preferencia por sustratos calizos, aunque en este caso concreto aparece sobre granito.
Posee numerosas aplicaciones medicinales, conocidas desde tiempos remotos.

En las seis prospecciones realizadas desde enero sólo he dado con el ejemplar de las fotos.





Cheilanthes tinaei. Febrero de 2017.

Hace unos pocos días dí con una pequeña población de esta especie a orillas del Tormes, aguas arriba de la villa. 



Azolla filiculoides con Lemna sp. Enero de 2017.

Azolla es una de las lacras de Ledesma:
Importado desde el continente americano durante el siglo pasado, este helecho acuático se comporta como un violento invasor: forma densas capas en la superficie de las masas de agua que ocupa causando anoxia (ausencia de oxígeno) al impedir la entrada de luz y por tanto la fotosíntesis. Es fácil imaginar el impacto que esto tiene en la flora y fauna autóctona que vive en estos medios. Y por si fuera poco, también genera una gran cantidad de residuo orgánico que provoca fenómenos de eutrofización en el agua.

Su empleo como planta ornamental en acuariofilia y jardinería además de como fertilizante en los cultivos de arroz por su asociación simbiótica con la cianobacteria Anabaena azollae fueron las principales causas de su llegada a Europa.

Azolla filiculoides con Lemna sp (lenteja de agua, fanerógama arácea). Enero de 2017.


A pesar de no tratarse de una criptógama, quería incluir aquí al Umbilicus, una planta frecuente en Ledesma, compañera inseparable de briófitos y pteridófitos, y por tanto, una habitual de mis últimas prospecciones. Un par de imágenes:


Umbilicus rupestris (fanerógama crasulácea). Febrero de 2017.


Por último, acabo con los hongos, que creo que no necesitan presentación: son organismos eucariotas que pertenecen al reino Fungi. Su forma de vida puede ser parásita, saprófita (alimentación a base de materia orgánica en descomposición) o simbiótica, dando lugar a líquenes, como ya vimos en el anterior post.
Su pared se compone generalmente de quitina, y su reproducción puede ser tanto sexual (mediante gametos) como asexual (mediante esporas).

No son muchas las especies que podemos ver ahora en el campo en comparación con otras estaciones y años. Las condiciones climatológicas han sido bastante adversas para ellos: abundantes heladas y escasísimas precipitaciones.

Tres especies de estos días:


Flammulina velutipes. Febrero de 2017.


Stereum hirsutum. Enero de 2017.



Hexagonia nitida. Enero de 2017.


Espero que os hayan gustado estas últimas dos entradas, bastante diferentes en cuanto a contenido de lo que suele lo que suele ser habitual en este blog. Y es que al fin y al cabo, la biodiversidad es vida.

Miguel.